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Una grata conversación colectiva sobre la cultura wayuu

        

 

De ahora en adelante cuando escuche estás expresiones: “guajiro” y “chichamaya”, piense en cómo se siente la población wayuu, cuando erróneamente, se les llama con la primera palabra. Para ellos es una ofensa, que por desconocimiento a su cultura, cometemos con facilidad, así como llamar a su danza de otra forma, cuando en realidad es el baile de la Yonna.

 

En una amena conversación, como preámbulo del Día de la Resistencia Indígena, docentes y estudiantes, presentes en el salón de Cultura de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (Unermb), en el municipio Lagunillas, ahondaron en el origen, creencias, costumbres, tradiciones y pasología (variantes), de uno de los pueblos originarios más presente en el estado Zulia.

Como si descorriera una cortina para observar con detalle, cuidado y calma cada aspecto de la cultura wayuu, Karina Rivero, directora de Danzas Unermb y también coordinadora del Centro de Formación e Investigación Integral Danzas de esa misma casa de estudios, comenzó su conversatorio sobre la comunidad wayuu, aclarando: “normalmente los llamamos guajiros y eso es una ofensa para ellos”.

Con esa primera enseñanza, se fue hilando una conversa esclarecedora, como el saber el significado de la manta wayuu, una vestimenta preciada para ellos y, a veces, por ignorancia vista como un disfraz por los alijunas (personas no indígenas).

La manta wayuu no es un "disfraz" es el traje típico de las mujeres wayuu que lo portan con orgullo.


“Usaban la manta en Carnaval y la gente decía ´me voy a disfrazar de guajira´. Eso para nosotros es una ofensa, porque no es un disfraz, es nuestro traje típico. Más bien nosotros lo usamos, y utilizamos el mejor vestido cuando hay una actividad trascendental”, cuenta a los docentes y estudiantes, la concejala indígena Sekiris Salazar, presidenta de la Comisión de Deporte, Recreación y Turismo de la Cámara Municipal, presente en el conversatorio, quien lucía una hermosa vestimenta típica de intenso color.

El rojo, en las mantas wayuu, señala Rivero tiene una explicación: “cuando es un momento de festividad importante, la mujer va vestida de rojo. Le da más fuerza y elegancia”. En otras actividades, suele vérseles con otros tonos y hasta en telas de estampados,por lo general de vivaces colores.

La profesora Karina Rivero explicó la simbología del maquillaje wayuu.

 

En la Alta Guajira se halla la piedra usada para hacer el maquillaje, acá, a manera de demostración se empleó un creyón.
Entre la diversa simbología en el maquillaje están los rayos, los remolinos, rayas y puntos, cada trazo tiene un significado.

 

En el rostro de Michell Espinoza, estudiante, se reflejaba la fascinación con cada aspecto que fue surgiendo y permitió a todos hablar de la música, el maquillaje y la danza, además, de otras costumbres sostenidas en el tiempo.

“Es muy interesante. Sinceramente nunca le había prestado la atención cuando en la escuela estaban hablando de los indígenas”, confiesa la joven sobre el significado e impacto de estar en el momento justo para conocer más sobre los pueblos que han plenado, y aún lo hacen, la tierra zuliana.

Entre preguntas y demostraciones sobre la simbología del maquillaje wayuu que para un desconocedor pueden ser remolinos (espirales), relámpagos, puntos y rayas, pero para la comunidad wayuu tiene una trascendencia y un significado digno de estudiar en amplitud.

Los participantes experimentaron el baile de la Yonna.

 

Por la conexión de Rivero con la danza, no podía dejarse de mostrar, en práctica activa, el baile de la Yonna. Primero, ella, al hablar y mostrar cómo la mujer y el hombre hacen su baile dentro del piú (círculo sagrado).

“La mujer siempre tiene la destreza de dominar el baile. Ella tiene cuatro pasos para poderse desplazar. El hombre siempre realiza sus pasos hacia atrás. Este baile se realiza descalzo”, explica la docente especialista en danza al dar los rasgos generales de la Yonna.

“Esto es excelente, este tipo de actividades que nos permiten conocer la cultura originaria wayuu. Este baile, más que eso, es la profundidad de los valores que hay detrás de estas expresiones artístico-culturales”, comenta el concejal Dixón Rivera, jefe de la fracción del Psuv y presidente de la Comisión de Educación y Cultura de la Cámara Municipal de Lagunillas.

Complacidos y satisfechos con el conversatorio estaban (de izquierda a derecha) Jhonathan Camacaro, docente de la Unermb y los concejales Sekiris Salazar y Dixón Rivera.

 

Rivera también nota, al escuchar y ver el baile, “como la relación de dominio, de desde el punto de vista simbólico, es distinto a lo que estamos acostumbrados, el machismo occidental se confronta con lo que vemos, que la mujer tiene el dominio, el control, la que decide y, evidentemente, hay respeto. Si la invitan y ella decide que no va a bailar, que no quiere, se respeta su opinión”.

Las horas quedan cortas, al igual que estas líneas para conversar de una cultura tan amplia como cielo. El encierro que viven las niñas en su paso a la adolescencia y la dote, también fueron temas en esta amena conversa.

A lo largo del tiempo, la comunidad wayuu, lidia con un mal juego, por la ignorancia de quien lo dice. “Dicen ´cuando me vendes a la guajirita´, cuando eso es una falta de respeto”, expresa la concejala Salazar, sobre una desafortunada forma de echar broma.

“Me marcó mucho lo que dijo la concejala, de cómo los no indígenas tomamos como juego, el vender el cuerpo de la indígena, cuando en realidad sus costumbres, creencias  y tradiciones es que existe dote. Y esa dote no es que yo te voy a vender a mi hija, no. Yo te voy a dar a mi hija pero debo de ver a quién se la voy a dar. 

Y no es recibir algo a cambio, es que te doy lo más valioso y tú me das lo más valioso que tu tengas, que es en lo material, porque cuando el hombre indígena va a pedir la mano de la mujer, ella debe de pasar por un proceso, que es su encierro. 

La etapa que se le llama de niña a adolescente, y en la parte del encierro es cuando la mujer ya está preparada para salir a la vida social. Ya tiene un destino: o casarse o seguir la vida de soltera esperando que, en algún momento de su tradición de la vida, de la transformación que en ella se ha presentado, se le dé el momento del matrimonio”, explica Rivero sobre la visión real entorno a la dote y el compromiso de una joven wayuu.

Rivero comentó que no existe en la COL una cátedra sobre la cultura wayuu.

 

El conversatorio también tiene la pertinencia necesaria, por la conmemoración a la Resistencia Indígena, este 12 de octubre.

“No es solamente un punto para cumplir una efeméride, un momento histórico, no. Es un espacio de rencuentro de ataque a la desmemoria, más bien de ofensiva contra la desmemoria. Somos creyentes de que debe existir una reivindicación a los primeros pobladores Wayuu, Paraute, Añú, que merecen la dignidad de su historia milenaria, que hubo un sistemático y programado ataque a la memoria, a erosionar cualquier existencia, desde la cultura para nosotros es vital y necesario que pueda existir la dignidad y la comunicación de los hechos históricos verdaderos”, afirma Jhonathan Camacaro, responsable de la Misión Cultura en Lagunillas, docente de la Unermb y quien aunó esfuerzos para realizar el conversatorio.

 

Orgullosos y felices por el grato conversatorio en donde se habló de sus costumbres, creencias y tradiciones.

 

 

 

Texto: Yennys Rojas / Foto: Luis Martínez

 


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